Con este tiempo que he pasado y
sigo pasando entre los mortales, dicho sea de paso, voy comprendiendo algunas
cosillas que antes se me escapaban o no me daba cuenta que eran así.
He comprendido que la distancia
es un factor que incide en el cumulo de sensaciones que uno tiene sobre algo o
alguien. En un principio ese "OBJETO", y lo voy a definir así, que
puede ser desde una cajita de madera llena de recuerdos, un lugar, un pariente,
una persona amada, muy amada y más, a
medida que nos alejamos en el tiempo y en el espacio sentimos emociones, que después
racionalizamos en sentimientos, que van desde extrañarlo hasta crear sobre ese
objeto una apariencia que en realidad no tienen ni tuvieron.
Quiero decir, por ejemplo, que la
separación de una persona de otra persona querida, del país donde siempre
vivió, de la compañía de un animal adorado hasta la saciedad, de un paisaje que
disfrutó o de una simple comida, en un
primer momento está la emoción del dolor en la separación de ello pero a medida que uno va distanciándose
esa separación va alimentando la transformación de ese "objeto" en otro, en este caso
en un objeto de idolatría creando en
torno a él una serie de características que para esa persona debió tener ese
"objeto" dejado y que creyéndoselo
a pie juntillas hace que siempre las tuviera aunque en la realidad buena parte
de esas características añadidas jamás tuvo aquel "objeto".
Y eso me pasa con algunos de esos
"objetos". Por ejemplo con mi país o con las fiestas de navidad o con
algunas personas que quedaron por allá.
Ahora entiendo y aunque no puedo
ponerme en el lugar de esas personas, comprendo ese afán de permanecer -de
mucho de los cubanos que residen fuera de la Isla desde hace tiempo- en un tiempo estático, creyendo que ese tiempo en que viven hoy fue en
el que siempre vivieron en la Isla y aunque saben perfectamente que no es así se
aferran a un conjunto de características que ellos mismos no quieren perder,
pues saben que si las pierden dejaran de idolatrar irracionalmente a aquel objeto, debilitando la credibilidad o la fe de consecución
de un objetivo que se han propuesto alcanzar pero que la realidad les ha
demostrado, aunque no se den cuenta de ello, que será inalcanzable.
Esto, aunque muchos lo crean es
jodidamente difícil de explicar pero en el mundo de las sensaciones y las
emociones está ahí y lo hacemos a diario.
También me pasa con las fiestas
navideñas. Siempre me han sido contradictorias. Primero porque no soy católico
con lo cual no tengo porqué festejar el nacimiento de un niño en el cual no
creo lo que hizo después. Segundo, porque me parecen que éstas y las otras
restantes fiestas no son más que mera justificación para derrochar no se cuánto
dinero en porquerías efímeras que pueden dar bienestar a alguien cercano pero
que en realidad ese bienestar también se pudo dar de otro modo y que no lo
hacemos porque siempre esperamos a estas fiestas para demostrarlo.
Claro, desde pequeño, aun cuando
tu entorno no propició una fiel creencia del contenido de estas fiestas,
siempre alguien buscaba una excusa para hacerte un regalo o llevarte a tal o
mas cual lugar y bueno......uno esperaba estas fechas para poder hacer lo que
durante el resto del año no se nos permitía por diferentes motivos. Y entonces
era cuando comenzamos a magnificar estas dichosas fiestas como algo importante
en donde los familiares se reunían, no importa si durante el resto del año no
se sabían mutuamente uno del otro, o para alagar a tal o mas cual persona en su
quehacer diario, en fin........O simplemente para recibir de algún ser
"querido" un "regalito" que después cuando realmente te
hace falta ya no lo tienes porque nadie te lo da si no lo trabajas duro.
Y por supuesto, también pasa con
la gente que uno va dejando en el camino que recorre. Gente unas agraciadas y
bien amadas y gente, otras, desgraciadas y nada bien amadas. Pero ahí están,
con sus características y todo nosotros las magnificamos en nuestro tiempo y en
el espacio en que estemos al punto de que los que eran bueno ahora son
excelentes y santos y los que no los eran se han convertido en lo peor de lo
peor......Y nadie nos puede retrotraer a lo que creíamos en aquel momento, en
aquel lugar.
Como una moraleja de esta
reflexión creo que lo mejor es dejar pasar el tiempo y caminar el espacio que
tengamos que caminar con lo que vamos encontrando en cada momento a nuestro
paso. Dejar como historia antigua, que en ocasiones se lee y en otras no, de
todo lo ya no está junto a nosotros porque si seguimos con este afán de
magnificar lo que realmente no tiene ese valor añadido será muy triste irse al
otro "pueblo" con un "montón" de ilusiones no resueltas y
con un pesar del carajo porque lo que creemos ahora no fue como en aquella
realidad.

